3.9.07
consejos de una mujer casada
Hay una cosa realmente terrible de estar felizmente casada a los 26 años: que tus amigos no lo están, obviamente, según ellos, porque decidieron otras cosas: estudiar la maestría, entregarse a la reflexión existencial, unirse a la lucha por los derechos de los indígenas, irse a España, hacer mucho dinero, escalar en las jerarquías de sus trabajos, volverse gigolós o simplemente cambiar de orientación sexual. Por lo tanto, no se hacen las mismas preguntas que yo, no tienen los mismos conflictos que yo, ni la misma experiencia. Y dado que este es un blog de autopublicación en donde yo misma valido mis textos, valido curricularmente mi experiencia como mujer casada.
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8 comentarios:
Los que estudian la maestría, se entregan a la reflexión existencial, se unen a la lucha por los derechos de los indígenas, se van a España, hacen mucho dinero, escalan en las jerarquías de sus trabajos, se vuelven gigolós o cambian de orientación sexual, no necesitamos tus consejos, gracias.
Bueno... es tu vida, ¿por qué no asumirlo de una vez?
Gracias por la autosinceridad.
Un abrazo,
Ulises
P.S. La foto actual está de súper lujo. Cada semana deberías poner otras diferentes. Nota: es sólo una sugerencia.
Lo malo de estar felizmente casada es que nunca se esta feliz, pero mientras dura, se esta siempre cazada.
Sonia.
cada quien habla de como le fue en la feria.
Según. Ayer pero para alguien, hoy según para alguienES. A los solteros la sociedad nos habla así, por favor tú no cometas el mismo error.
Porque a ti te costaría. ¡No es cierto! Es broma inspirada en el estilo de Martha.
Pues el casado (al que le quieren poner la botarga de cazador y se caga de la risa, una risa amarga cargada de escepticismo)sabe algo que el soltero no, y viceversa. Sólo que ninguno sabe enunciarlo. L.
Jamás nos hemos cruzado en el camino, pero debo decir que en esta ocasión no podría estar más de acuerdo con una extraña.
Habrá tiempo para todo.
Es bueno saber que, a pesar de todas las dimensiones posibles, aún hay oportunidad de que dos humanos se reconozcan, aún cuando el medio es un poco deshumanizante. A fin de cuentas soy Penélope y mi casa está abierta.
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