20.10.12

Pizza Jazz Café

Un accidente en la lateral de Tlalpan.
Una noche de viernes.
Salir un poco ebrio de un bar para meterse en otro, sin haber tomado una gota de alcohol.
La ciudad, por supuesto.
                                   (No hay jazz para el campo).
Supongo que los músicos y los poetas
tienen lo mismo en común que John Dos Passos y Charlie Mingus.
Y que hay hombres
que son como un poema de Jack Kerouac;
intraducibles, totalmente destruidos, absolutamente hermosos.
Y hay música
y poesía
que no se destruye ni se transforma;
solo se improvisa.
En el desorden de las coincidencias
                          de repente surge una tonada,
un  recuerdo
de un lugar nuevo,
un jazz que se superpone a otro.
El baterista no da el beat.
El bajo hace las veces de guitarra,
la trompeta de acordeón
y un palo flamenco funkea.
Se preparan pizzas de arúgula.
El cocinero toca el sax.
Yo improviso el viernes por la noche.
Y todo marcha como debe ser.