3.9.07

La propuesta

¿Te quieres casar conmigo?- dijo con esas manos temblorosas de asmático reformado, con las fosas de la nariz infladas, la vista fija en mis ojos para notar cualquier señal en cualquier sentido, el gesto serio, con la solemnidad del caso –Sí, dije sin que hubieran transcurrido más segundos de los que pudieran indicar duda, sin que en el tono de voz hubiera temblor de incertidumbre, los ojos fijos sin parpadear. Después ya se sabe, preparativos de manteles y servilletas, llanto materno, protocolo de manicura, angustia económica y tiendas de electrodomésticos; borracheras de soltera que jamás me hubieran perdonado mis padres en cualquier otra circunstancia; además, buscar trabajo, terminar el último semestre de la carrera y convencer a todo mundo de que no estaba embarazada. ¿Y entonces por qué te casas?- pregunta el cajero del restaurante-cafetería con cuyo sueldo acumulado semana a semana fue posible la adquisición del refrigerador y la supervivencia por casi dos años –Pues porque en teoría uno se casa por amor, ¿no?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

De una vez por todas pusiste fin a la pregunta de por qué, aunque en teoría, a todo el mundo le debe de bastar.
Esto es más personal que la pregunta de cuántos mortales te ****, por lo que espero que los adjetivos y otras indiscreciones sean licencia poética. Abrazos.

Anónimo dijo...

o, aun incluyendo la palabra, por necesidad de amor, o de amar; por adiccion de amor, o de amar. No?