27.4.10

La encantadora perfección de lo no humano

Hubo una vez un hombre a quien las mujeres le fastidiaban. No, tampoco es que prefiriera los hombres; simplemente ninguna era lo suficiente. A Penélope, por otro lado, nadie le parecía mejor que Odiseo. Penélope decidió hacer un mausoleo para su amado cuando todos dijeron que había muerto. Esculpió la figura varonil perfecta, la textura de la roca simulaba una piel de una noche de abril. Ella escuchó entonces la historia de un hombre que había logrado que Afrodita le regalara una mujer hecha por él mismo, en la que depositó todas las cualidades que siempre había deseado pero nunca había encontrado. Penélope contemplaba su estatua inmóvil. No era humano. No tenía vida. Se preguntaba, ¿qué cualidades habría tenido aquél escultor que podía hacer que incluso el frío mármol se enamorara de él con tan sólo un beso, que el silencio de la perfección se tornara humano? Fue entonces cuando comenzó a tejer una mortaja, suspirando por un tal Pigmalión...

19.4.10

Hoy es uno de esos días...

...en los que Bartleby soy yo. Aunque preferiría no serlo.