30.6.13

Filias

Subí al metrobús y como simpre que se puede, me senté del lado de la ventanilla. Unas estaciones después se sentó a mi lado un señor -lo supe por sus pies y su pantalón- que rápidamente se escurrió en el asiento para que sus pies llegaran a colocarse debajo del asiento de enfrente. Traía sandalias. Puso los pies de forma que la señora sentada lo pisara, sin ella notarlo. Para mi sorpresa, no los quitó, como sería el impulso natural: por un momento pensé que se conocían y que le gastaría una broma. No fue así. La señora descendió, y pronto se sentó otra y mi compañero de viaje repitió la operación. Para mi segunda sorpresa, me preguntó si bajaría en la terminal. Seguramente adivinó en mi gesto un por qué. Me dijo que él sí, y que a veces se quedaba dormido. Mirando ahora sí su rostro -calavérico y agudo- le confesé mi filia: Es que a mí me gusta ver por la ventana. Cuando bajé del autobús, recordé esa consigna de la primavera del 68 en París, que Cortázar registró de una pinta: "Inventen nuevas perversiones, yo ya me cansé".