22.2.10

Modus odiernus

¡Ah, querido Rubén Darío! Las cosas son como solían ser. El estilo de hoy es el del pasado, a lo más con un giro tecnológico. ¡Ah, querido André Breton! El surrealismo ha aterrizado en los sueños más simples. Los hombres, hoy por hoy, ya no tienen epifanías ni aún en el sopor de paraísos artificiales. ¡Ah, querido Leonfe! Hemos podado las alas de los poetas aún más encantadores, para suplantarlas con prótesis de aluminio que sólo resisten vuelos dentro de la imaginación de un hombre, no de la humanidad. ¡Ah, querido Baudelaire! En las bodas de Cadmo y Harmonía los dioses se retiraron a sus aposentos olímpicos, pero, durante el romanticismo, los infantes terribles aniquilaron, una a una, las pocas criaturas mágicas que habitaban, temerosas, los rincones de bodegas abandonadas. ¡Ah, querido Shakespeare! Rosencrantz y Guildenstern han regresado de ultratumba para tomar, con su seso y elocuencia, la academia de las artes. ¡Ah, querido Coleridge! Una rosa es una rosa es una rosa de acrílico y neón, la monalisa es una italiana bigotuda o un trasvesti que devela los secretos divinos, el arte se encuentra en el baño y el baño en el museo. ¿En qué momento el hombre decidió transformar lo que era sublime y sagrado en basura arrogante?