Quise escribir del mar y
el horizonte se ha interpuesto
como jacinto entre
Ícaro y su orgullo.
No se habla del mar:
Hay agua y sal,
justicia y lujuria;
mar adentro todo es claridad.
El descontento persiste sólo en la orilla.
Estoy doliente:
las olas escuecen.
Un puño imperativo
cae sobre la playa,
y el infinito choca de frente
contra las nostalgias ígneas.
No es un canto:
hay un grito bajo las olas.
Aquí no hay sosiego.
Partiré y regresaré. Me iré toda distinta
y resurgiré con el eco de mis propios cabellos.
El mar
el horizonte
la muerte
son desde la nada.
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