Puse el OK Computer y me tumbé en la cama
como lo hice hace 15 años, y no pude parar hasta escuchar ese
"tiiiiiiiiiin". Fue el primer disco que compré con mi primer sueldo
"formal". Acababa de cumplir 18 años, tenía el corazón roto y el
futuro incierto, o más que de costumbre. Pero recuerdo que tenía una cosa:
determinación.
Cuando fui al Mix Up de Satélite a comprarlo, lo
pedí como el "Paranoid Android" –aquí es donde entran las primeras
risas grabadas: y es que mi fanatismo es raro, como a continuación demostraré.
Solamente estaba pensando en esa canción, y en aquel entonces, niños de las
nuevas generaciones, uno era capaz de comprar un disco con tal de hacerse de
solo una canción, aunque no era mi hábito. El vendedor seguramente escuchaba
puros Caifanes, porque ni entendió de qué le hablaba. Supongo que vender discos
es un poco como vender libros: Hay quienes consiguen el empleo para obtener los
descuentos y porque no piden mucho logro académico; hay quienes nos aplicamos
para leer –escuchar– gratis todo lo posible, lo más nuevito. Aunque sea viejo,
pero reeditado, remasterizado, o en colecciones especiales. Hay que confiar en
éstos últimos, los nerds: Los que saben reconocer un disco –un libro– por la
imagen de la carátula, porque tal vez es el único dato que el cliente recuerda.
En fin, lo busqué yo misma y sin que me impresionara mucho la portada, lo llevé
a la caja, lo llevé en la bolsita de plático, lo llevé.
La primera canción que reproduje fue la dos, por
supuesto. Luego me regresé a la uno, para escuchar –era mi costumbre con los
discos nuevos–, los inicios de cada una; para luego seleccionar las que de
golpe me gustaran más. Así hice con el Pop de U2, cuando mi hermano me
lo regaló en mi cumpleaños, casi justo un año antes de esta compra, y que había
esperado cuatro años después del Zooropa y dos desde la probadita
de Passengers. Entonces la primera que escuché fue 'Mofo', y luego la única que
me causó gran impresión fue 'Gone'. Con el tiempo he aprendido a querer más ese
disco, que al principio me pareció una gran decepción, y creo que fuera del
soundtrack para The Million Dollar Hotel, Bono, Larry, The Edge y Adam
bien se podrían haber separado o ser tragados por el océano después.
Entonces, 'Airbag'. No me sacudió. Cuando me
enteré de la historia detrás, el accidente de Thom y así, creí que era una
canción reservada para los fans from hell, cuya apreciación se obnubila
ante la parcialidad. Ahora, por supuesto, es diferente. La he recubierto con un
recuerdo de mañanas soleadas y paseos dominicales.
Y otra vez 'Paranoid Android'.
De 'Subterranean Homesick Alien' me intrigó el
título. En aquellos tiempos la internet era una cosa terrible –o mis
conocimientos de búsqueda eran muy limitados– y solo me enteré de la referencia
a Bob Dylan años después. Además nunca fui cercana a Bob.
Luego el recuerdo de Romeo y Julieta y esa línea
que aún me parece totalmente misteriosa y demoledora. We hope that you choke. La canción de las oclusivas, se le quedó el
epíteto para siempre. Una de las ventajas de no lanzarse compulsivamente a la
busca de información adicional sobre las bandas que uno aprecia es que puedes
ir al cine a ver una película que por alguna razón te interesa –el argumento,
el director, los actores–, te impresiona y zas, en algún momento suena una voz,
una guitarra, un sonido familiar que no esperabas. Así con Romeo + Julieta: Un Romeo que cree estar enamorado escribe poesía
frente al mar (por supuesto, el mar) y suena ‘Talk Show Host’; la canción que,
según el conteo de iTunes, he reproducido más. El desenlace mortal de la
historia en silencio. Comienza suavemente ‘Exit Music (for a Film)’, y si ya
estabas conmovido, no hay forma civilizada de reaccionar ante la combinación de
guitarra acústica y eléctrica, potencializadas con batería y bajo que hacen una
aparición repentina, a la mitad de la canción. Ruidos extraños, como voces,
como el conjunto de una multitud en un lugar público y encerrado, son dominados
de nuevo por una única voz que dice ‘We hope that you choke’ como si fuera el
mejor de los deseos. Esa sorpresa en una
sala de cine se me ha presentado con ‘Analize’, que da el golpe final a The Prestige, toda la extrañeza que causa A Skanner Darkly, o el condimento
perfecto para la escena de Children of
Men y ‘Life in a Glasshouse’ que musicaliza el momento más hedonista y
fraternal de toda la historia. Toser fresas. We hope
that you choke.
Así como si nada comienza 'Let Down'. Phil
haciendo las delicias de esta hermosísima canción. It's so, so, dissapointing. One day I am gonna grow wings. Hysterical
and useless. You gotta be fucking kidding me. Thom ejecutando sus propios
coros, con esos agudos que solo le permito a él. Crushed like a bug in the ground.
Hay canciones que son como la orilla de la alberca cuando empezamos a aprender
a nadar. Hay canciones que te mantienen mentalmente sano. Hay canciones que
hacen la decepción tan dulce que no puedes más que seguir intentándolo. Esta
canción es la luz del sol temblorosa vista desde el fondo de la alberca. El
remate, el re-mate, como salir de la atmósfera terrestre hacia el espacio en
una lluvia de meteoriodes.
Hasta ahí, las había escuchado todas completas, y
casi me levanto para repetir la cinco, pero la curiosidad me ganó y esperé a
ver qué sorpresas como ésta me tenía preparado este grupo que, para este
momento, ya estaba en la corta lista de grupos que integraban mi respuesta a la
siempre terrible pregunta de qué musica me gusta. U2, R.E.M., Depeche Mode,
Soundgarden, Pearl Jam rápidamente se vieron desplazados un lugar hacia abajo.
No, en español casi no escucho, contestaba casi siempre. Si acaso los tacubos,
Soda, pero solo algunas canciones, decía, para la desaprobación general de mis
compañeros del heróico colegio de bachilleres no. 5. ¿Cómo, no te gustan los
Caifanes? ¿No te gusta la trova? ¿Santa Sabina? ¿Mano Negra? No, ¡no!, más o
menos, nop. La Lupe son cotorros. Fobia, soy sateluca y no niego haber tenido
el Amor chiquito, pero sería como llevar unas papas sabritas a una
fiesta en que dan tapitas de serrano como botana. Psí, escucho casi pura música
en inglés.
Zeus tenga en su santa gloria a Radioactivo, que
era el eje de mis gustos musicales, como lo había sido Rock 101. El cuadrante
de mi grabadora Sony que aún conservo no se movía del 98.5, o noventa y ocho y
medio, como se anunciaban. Adoraba a prácticamente todos los locutores.
Mi favorito, por supuesto, Jordi Soler: único compañero de innumerables noches
en que de plano abandonaba la lectura de la Historia del español o el Libro
del Buen Amor que me obligaron hacer durante la universidad para escuchar,
con los oídos bien abiertos y los ojos cerrados, 'Satellite of Love'. En esa
estación conocí los primeros discos de Radiohead y que también habían llamado
mi atención, sobre todo la totalmente aniquiladora 'Street Spirit', cuyo
significado no entendería sino hasta más de diez años después. Y luego los
sencillos del Ok, que se volverían lo
que llaman "himnos generacionales". ‘Karma Police’ en vivo es algo
que no le deseo a nadie se pierda, ni por un momento.
'Fitter Happier' supe que no entendería nunca.
Hasta un día del verano pasado.
A 'Electioneering' no le ha llegado su momento;
sin embargo, qué gusto escuchar algún remanente todavía de The Bends. Y
luego, ¿qué demonios es 'Climbing up the walls'? Esos gritos aterradores al
final. Y como ironía perfecta,
'No surprises'. This is my final bellyache. Such a pretty song. Una canción de
cuna.
Nunca abuso del adjetivo 'épico' porque conozco
mis textos medievales. En esa primera escucha aún no conocía a los héroes como
lo hago ahora. No tenía elementos para hacer un análisis del desarrollo de un
personaje trágico: todos los intuía, así como intuía los riscos de Dover, las
tragedias de la vida cotidiana adulta, el fin de los noventa, la pérdida de la
candidez adolescente, las tragedias de la vida adulta. Las tragedias. Las
intuía. Había olido el viento sobre el volcán en una nevada. Había amado y
rechazado ese amor. Había visto de reojo un destino posible. O dos. Quizá tres.
Tenía un mes trabajando en horario de oficina. Estaba sola -que no era
novedad-, pero por primera vez consciente de ello. El futuro prometedor lo veía
a través de una rendija. Elamordemivida había marchado a salvar el mundo, sin
pasaporte, sin equipaje, sin dinero, con un manojo de ideales y besos y
lágrimas prodigados por mí. Y Johnny me hacía esto. Una guitarra simple en el
centro de 'Lucky' y la letra de 'The tourist'. Justo para pararse en el filo
del risco y arrojarse como en cámara lenta. Años estuve confundiendo estas
canciones, como si fueran una, como si fueran la primera y segunda partes de lo
mismo; como años confundí al héroe con mi propio Odiseo, con mi propio deseo,
con Odiseo rechazando ir a la guerra, con Odiseo escogiendo la inmortalidad.
Confundí a Odiseo con Penélope. Hey, ma'am, slow down, canté muchos años.
'Tiiiiiiiiin', y fue como el chasquido de los
dedos del hipnotizador. Salí del trance seguramente para entrar en otro: en el
de la vida adulta. No, no es así. En trance, entrance, pero como fan de
Radiohead, como fan de la vida.