24.7.09

Aunque ande en el valle de la sombra de la muerte...

Un río de lágrimas se llevó la ciudad construida de sonrisas, ladrillos de instantes brillantes de felicidad. Hoy queda una valle de pastos verdes, de flores moradas silvestres, en insectos misteriosos que se pueden escuchar en su constante búsqueda. Hoy nadaré en ese río, aunque la carne se me ponga chinita. Escucharé el fondo del agua y el sol deslumbrará mis previsiones. Saldré cuando la corriente me haya llevado a un lugar ignoto, nunca antes explorado. Tendré hambre y tomaré una siesta bajo el sol de estío. Sé que alguien me espera, pero me tomaré unos momentos a solas para contemplar mis extremidades, cansadas, aún jóvenes, femeninas, fuertes para volver a ponerme en pie y caminar y caminar, tarareando una canción nostálgica y bella, mientras me alejo hacia el horizonte, ese lugar que nunca es.

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