24.6.15

El rescate



Un día pensé que moriría de frío. Pero ese fue el día que conocí al amor de adeveras.

Y es que, verás, vengo del norte, del desierto. Y en el desierto no vive la gente cálida; de ahí venimos los de sangre fría, que en invierno se nos parten las mejillas del sol y de lo seco.

Me soltaron en la noche  del bosque. La lluvia nunca ha sido buena conmigo. Allí, temblando entre todo ese verde sentí que me moría. Llovía y llovía, y el pasto se hacía lodo y yo ya no sabía si llovían las nubes o llovían los árboles o yo misma, lo que me asustaba en sobremanera. Yo no había llorado nunca contra el cielo. Y ahí estaba yo, toda empapada, temblando hasta en las tripas, cuando se vió la rayita amarilla del amanecer. Ahí mismo me desplomé, caí de rodillas. El sol, el único que me había seguido hasta aquí, me rescató. Con su sonrisa espantó a todas, toditas las nubes, y me abrazó.

Los príncipes azules qué, niña; espera a tu rey amarillo todos los días.

1 comentario:

Sofía dijo...

Nunca lo había pensado así...